Duermen desde hace tiempo las sonrisas
y los labios se curvan,
como cuervos acechando su pieza
en una mueca vacía, triste y amarga.
Partieron de tu alcoba las luces brillantes
y la luz grisácea que envuelve el aire
pesa como el mármol del soldado sin nombre
sobre la danza de un lúgubre baile.
Hibernan de nuevo las esperanzas
en esa cueva aislada del olvido,
donde esperan la primavera
para renacer de nuevo,
cuando del corazón desaparezca el frío.