La cruda realidad

El oculto Dorian Grey

El oculto Dorian Grey

En algunos momentos, nos salta la realidad a la cara sin afeites, sin maquillaje que oculte los desperfectos de ese rostro cubierto de manchas oscuras, de ojeras azuladas cultivadas a lo largo de años de engañarse a uno mismo, de pliegues y arrugas que conforman el paso de los años y de las ilusiones. Siempre confiamos en que nadie vea al verdadero Dorian Grey, ese que nos empeñamos en cubrir con gruesas telas y que guardamos bajo llave en una habitación oculta a los demás.

Y no sólo se oculta la juventud; hoy nuestros Dorian Grey nacionales viajan a China para para no tener que hablar ni siquiera por pantallas de plasma (¡y aún así se equivocan al nombrar a un Jefe de Estado!), tratan de explicar lo inexplicable en un Parlamento autonómico amordazado por un sueño guiado paso por paso por iluminados enredadores  de la historia, se alzan como la voz del pueblo, de la clase media, de los trabajadores, de los defensores de la vida, de los jóvenes…

Pero mi voz sigue rota, de mi garganta no salen sonidos para jalear a ningún mesías, veo a mi alrededor injusticias que tratan de ser acalladas con carnaza a todas horas, para evitar que las voces silenciosas  no pensemos, no hablemos; para que deleitemos nuestra vista y nuestros oídos con jóvenes y apuestos Dorian Grey, que guardan sus verdaderos y horrendos retratos en un oscuro y escondido cuarto, lejos de nuestras miradas.