Existe una España que no aparece en las noticias, salvo en muy escasas ocasiones. Hombres y mujeres que se levantan diariamente para cumplir con su trabajo o para intentar buscarlo, que viven de su esfuerzo, de su legítima recompensa. Que no buscan ser protagonistas de nada, pero que necesitan ser partícipes de la construcción de su futuro. Que son de derechas y de izquierdas, que son creyentes y ateos, que son trabajadores y empresarios… Que persiguen sus sueños sin pisotear los de los demás, que luchan por sus ideales sin pervertir sus principios, que quieren un país que no se disuelva cada 40 años.
A su alrededor, por encima de ellos, entre ellos pasan revoloteando truhanes con voz de barítono, trileros con cara de ángel, embaucadores con aspecto de persona seria y responsable. Tantas mentiras envueltas en papel de seda, en pompas de jabón, en globos de deseos de un mundo mejor. Yo busco ideas que me representen, no hombres ni mujeres concretos, porque los seres humanos siempre cometen equivocaciones, no son puros, no son infalibles, tienen defectos y virtudes, claros y oscuros, como tú y como yo son imperfectos. Y aun así, a pesar de la escasa o nula fe en estos prohombres de cartón piedra, sigo creyendo en un idea de país, en conquistar un futuro que dejar a los que vengan detrás de mí.