Enredada en las palabras

Se me pasa el tiempo enredada en las palabras de otros, guardando mis propias palabras en un lugar oscuro, aislado, sordo a sus sonidos y sus anhelos de volar; hasta que son tantas las palabras acumuladas dentro, que rompen como un caudal desbordado, furioso y liberador ese encierro, tejido con desidia y cierto pesimismo, que acompañan a la rutina que arropa tantos días átonos.

Ese día en el que las palabras vuelven a fluir, el primer día de frío real en un invierno incierto, maravillosos caracteres danzan como niños recién estrenados en la nieve, asombrados y alborozados ante este increíble espectáculo de magia que supone la formación de palabras.

No, hoy no toca hablar de Esperanza, de Pablo, de Pedro o de Mariano. Hoy no toca hablar de posturas intransigentes cubiertas con velos de cortesía, de veladas amenazas cocinadas como propuestas, de taimadas dimisiones digeridas como estrategia.

Hoy toca disfrutar de palabras como: compromiso, responsabilidad, honestidad, coherencia, transparencia, diálogo, compartir, escuchar, cooperar, ceder, avanzar, …

Imagen de LexnGer

Me olvidé de escribir

Me olvidé de escribir al tomar la esquina de la rutina. La monotonía, lenta, perezosa, en tonos grises y marrones me cubrió de los pies a la cabeza, y mis sueños me fueron abandonando uno a uno, sin sombra de arrepentimiento en su huida. El mundo seguía girando a mi alrededor y la realidad, esa que nos quieren contar, pasaba delante de mis ojos causándome asombro, indignación, hastío, dolor. Pero nada de ello me hacía recuperar los ánimos para volver a escribir. ¿Por qué escribir si hay millones de personas que lo hacen mejor que yo?, ¿por qué escribir si a nadie le interesa lo que escribo?, ¿por qué escribir?…

Sin embargo, después de mucho tiempo he sentido de nuevo la necesidad de escribir. Las palabras son indispensables en un mundo en el que nadie escucha a nadie, en el que la reflexión se jubiló hace tiempo; en el que la inmediatez lo barre todo, incluso las buenas ideas. Aunque sólo escriba para mí, he recuperado la necesidad, la voluntad de escribir.

Gracias a los que os acercáis por este rincón en el que una invisible se hace visible a través de palabras que, algunas veces, no son lo que parecen, igual que la realidad en la que nos movemos todos los días. Sirva esta cita como ejemplo.

Los problemas no son eternos

Los problemas no son eternos

En la vida hay que mojarse

Hay campañas publicitarias que sobrepasan los límites de la publicidad, para resaltar unos valores, unos compromisos, o unas inquietudes. De hecho, esta campaña ha despertado mi interés porque, si el vídeo que aparece a continuación tiene más de 100.00 visitas, la marca se compromete a la promoción online de un grupo musical, Born 54. Así que, me mojo con este concepto de publicidad participativa para apoyar a nuevos valores (aunque no utilice su gel o su champú) ¡Nunca está de más ayudar en lo que se pueda. Por eso dejo mi pequeño granito de arena -o mi gota de agua-!.

Los mensajes del Gobierno y la descodificación de la verdad

Hoy nos desayunamos con de Guindos y los 500 euros que no conoce, el domingo almorzamos con Rajoy y su alentador futuro, el pasado viernes tomamos café con espinas en la rueda de prensa celebrada tras el Consejo de Ministros. Si aderezamos estas viandas con especias de interpretación de otros partidos políticos, opiniones de expertos y valoración de medios varios, nos encontramos con un plato imposible de descodificar.

La verdad, tiene muchas acepciones, según recoge la RAE. Cuando transmitimos predicciones,  opiniones o interpretaciones , nos referimos a verdades relativas, pero las comunicamos como si fuesen absolutas.Tal vez sea una consecuencia del exceso de información, de la inmediatez con la que ésta nos llega, de la facilidad para difundirla.Cada vez más, en los medios de comunicación de masas, en los medios digitales, en las redes sociales o en el tradicional “boca a boca” (o boca a oreja, que sería más correcto) se transmiten opiniones, conjeturas, especulaciones como si fueran informaciones contrastadas, destacándose lo anecdótico sobre lo fundamental (yo lo acabo de hacer al destacar, de la entrevista de Carlos Herrera al ministro de Economía, que éste no conoce los billetes de 500 euros).

La manipulación informativa, cultural y social en la que vivimos, ¿es una jaula de oro de la que no podemos salir? Todo lo que nos rodea nos condiciona (nuestro continente, nuestro país, nuestra familia, nuestra educación, nuestra posición social, nuestros amigos…), pero nuestro pensamiento sigue siendo libre, por muchas verdades que nos vendan. Contamos con la facultad de elegir, y son esas elecciones las que determinan nuestro rumbo (tal vez no sirvan para cambiar el mundo, pero sí para cambiar nuestro mundo).

Recomiendo esta intervención del sociólogo Felipe López Aranguren sobre «Los medios y la manipulación de la información».

TmEx, una ventana abierta a Madrid

TmEx nace como una ventana abierta a los ciudadanos madrileños, con vocación de servicio público: «Los ciudadanos de Madrid necesitan información no contaminada, necesitan un medio de comunicación cercano que cuente sus problemas, y que les escuche.» Esta televisión on-line ofrece contenidos que, según se señala en la propia web  de TmEx, «hoy por hoy no tienen cabida en ningún informativo. Y por encima de todo, defendiendo el derecho a una información veraz.»

Este proyecto, que ha arrancado el pasado 21 de febrero, cuenta con muchos de los 821 profesionales a los que el sangrante ERE de Telemadrid ha dejado sin trabajo. En estos tiempos, en los que los ERES y cierres de medios de comunicación son demasiado frecuentes, este ejemplo de coraje es de agradecer.

¡Va por ti, Tote!

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La España del New York Times

Imagen de Fotero

El duro reportaje sobre España que ha publicado el prestigioso periódico neoyorquino  New York Times ha provocado numerosos debates sobre la distorsionada realidad que se ofrece de nuestro país.  Ilustrado con 15 fotografías en blanco y negro, en las que se palpa «la austeridad y el hambre», este reportaje ofrece la instantánea de una España casi tercermundista.

La realidad es un caleidoscopio que, depende de como lo mires, ves una imagen u otra. Esas fotografías son sin duda, parte de esta España que vivimos, pero este país es mucho más que eso.  A pesar de ladrones, de mediocres, de iluminados, de vividores, de egoístas, de traidores, de las malas hierbas que nos crecen en este jardín; la mayoría, la gran mayoría silenciosa que no grita, que no roba, que solo trabaja y a veces, solo a veces, dice «basta», seguirá tirando con esfuerzo de la cuerda imaginaria que mantiene en pie esta carpa que nos acoge a todos.

Espero que la explicación del Rey, sobre la realidad de su reino, al Consejo  de Redacción del «New York Times» sirva de algo para que sus redactores comprendan a esa otra España a la que no le queda más remedio que convivir con la caricatura de sí misma.

Por favor, habla conmigo

Haz un experimento: mira a tu alrededor y observa cuántas personas no están utilizando un dispositivo móvil mientras caminan, toman un café, esperan el autobús o están sentados en el parque, aunque estén con otras personas.

Estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo mundo en el que los amigos no se cuentan con los dedos de una mano, en el que no hablas cara a cara, sino por WhatsApp; en el que las movilizaciones sociales se gestan en twitter, en el que el ámbito de lo privado se diluye en la nube.

Las ventajas de las nuevas tecnologías son indudables, pero a veces, las múltiples posibilidades de comunicación que ofrecen nos inducen a aislarnos de los que tenemos al lado. Mi hijo, de 15 años, es un muchacho de su tiempo, digital, conectado permanentemente a amigos, a juegos, a noticias. De momento, sigue conectado con su madre, que soy yo, una mujer analógica que intenta no perder el paso en esta nueva realidad en la que ve innumerables beneficios. Sin embargo, a veces, le miro mientras está concentrado en su móvil, y pienso «por favor, habla conmigo».