Figura y sombras

Se descompone la luz en su rostro cansado
y baña el blanco la mejilla de alabastro;
la sombra se asoma en escorzo
por sus negros ojos desamparados,
dos pozos colmados de arena, de llantos,
de miseria. Testigos del miedo sordo,
secuelas del destierro y del desarraigo.

Vaqueros raídos, pelo enmarañado,
esconde su adolescente y atlética figura
bajo una zamarra descolorida, sin forma.
Su mano derecha se aferra a unos folios
con desesperación, con la fiereza de un felino
cuando apresa un botín largamente avistado.

La derrota cabalga sobre su loma
en la que anidan negras mariposas,
entre rostros desdibujados, desconocidos
y cuerpos sin memoria.
Su mano se pierde entre miles de historias
que consumen su invisible aliento
como lámparas de aceite en templos sin gloria.

Le envuelve el gris de un frío decorado,
que complementa el ir de apresurados brazos,
miradas que nunca se cruzan, espacios rotos,
luces intermitentes de móviles arriba y abajo.
Hoy, él me ha transmitido el dolor del mundo
retorciendo su tristeza entre mis manos.

Abre las puertas el gusano de metal articulado
y la figura altiva y oscura se difumina
entre una muchedumbre indiferente
al precio pagado por su arriesgada apuesta,
lejos de su sol, de sus ancestros, de su tierra.
Y yo paso a ocuparme de mis asuntos,
de esos que no le importan a nadie,
de esos que nunca publican los diarios.

Dudas como telarañas

Las dudas se tejen como las telarañas, con un hilo invisible que va trenzando una red en la que uno queda atrapado sin saber cómo o por qué. Las dudas, que corrompen la confianza de los mercados en las posibilidades de la recuperación económica española, están llevando al Gobierno a establecer medidas que tal vez generen confianza en los mercados, pero también entrañan nuevas dudas.

Imagen de Lee Cofa

Hoy me han venido a la memoria estos versos de Martin Niemöeller, pastor protestante alemán y un abierto opositor al régimen de Hitler, ante las informaciones publicadas en relación con el Real Decreto ley 16/2012 de abril, de medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud y mejorar la calidad y seguridad de sus prestaciones.

Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie a quien decir nada…

Suprimir recursos a los que no tienen ninguno es lo más fácil, lo más cómodo. De vez en cuando, los que detentan el poder -económico o político- deberían releer la Declaración Universal de los Derechos Humanos, porque no podemos perder esa brújula a la hora de establecer las relaciones entre los seres humanos, la forma de entender el futuro de nuestra sociedad.