Mujer: algo más que un envase biológico

El caso de la mujer salvadoreña, cuya vida está en riesgo porque en El Salvador está prohibido el aborto bajo cualquier circunstancia, me hace preguntarme por qué en el siglo XXI la mujer sigue siendo considerada en numerosas ocasiones únicamente como un envase biológico. Y no consigo entender a aquellos que ven correcto dejar morir a una mujer porque dentro de ella hay un proyecto de vida, que, según indican los informes médicos, tiene nulas posibilidades de prosperar, ya que el feto es anencefálico (sin cerebro), y que está anomalía es incompatible con la vida extrauterina.

La Iglesia, tan combativa contra el aborto, incluso en este caso tan sangrante, no alza su voz con tanta contundencia cuando se trata de luchar contra la pena de muerte, ¿por qué?, también se atenta contra una vida – no inocente, tal vez, pero vida humana al fin-. Tal vez, la campaña internacional a favor de Beatriz y la Resolución de medidas provisionales adoptada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ayuden a esta mujer, que esta semana será sometida, con toda probabilidad, a un parto inducido, a encontrar una salida al infierno al que la han llevado unas leyes irracionales y una sociedad injusta. Pero ¿a qué coste?.

Tener un útero nos hace diferentes, pero no inferiores en derechos. Poder dar vida a un nuevo ser humano es algo maravilloso. Sin embargo, decidir si podemos o si queremos ser madres debe ser una decisión personal, porque ser madre es mucho más que parir; se trata de traer hijos a un mundo en el que puedan recibir amor, atención, educación; en el que tengan la oportunidad de desarrollarse personal y socialmente. Las mujeres somos mucho más que meros envases biológicos para perpetuar la especie.

Yo decido

El espíritu santo ni está, ni se le espera

espíritu santo

Imagen de Iglesia en Valladolid

Con tanto purpurado revoloteando alrededor del sillón de Pedro, el espíritu santo debe estar demasiado ocupado intentando iluminar a los príncipes de la iglesia, como para preocuparse de este solar patrio, que un día fue estado confesional.

En estas «cosas de hombres»  (y de mujeres, -añado yo-) el Altísimo parece mirar para otro lado, mientras crece el número de pobres en España, no hay brotes ni verdes ni amarillos, solo negros; nos italianizamos con partidos políticos que sirven para tenernos entretenidos, pero que representar, lo que se dice representar, representan solo a unos pocos fieles y a unos cuantos amigos, a los que les hacen favores para que les correspondan convenientemente; y se nos deshace la jefatura del Estado en gacetillas por entregas a cuenta de bribones y meretrices de alta cuna, eso sí, a todo color y en papel couché.

Por eso, aquí y ahora, el espíritu santo, ni está, ni se le espera.