Los mensajes del Gobierno y la descodificación de la verdad

Hoy nos desayunamos con de Guindos y los 500 euros que no conoce, el domingo almorzamos con Rajoy y su alentador futuro, el pasado viernes tomamos café con espinas en la rueda de prensa celebrada tras el Consejo de Ministros. Si aderezamos estas viandas con especias de interpretación de otros partidos políticos, opiniones de expertos y valoración de medios varios, nos encontramos con un plato imposible de descodificar.

La verdad, tiene muchas acepciones, según recoge la RAE. Cuando transmitimos predicciones,  opiniones o interpretaciones , nos referimos a verdades relativas, pero las comunicamos como si fuesen absolutas.Tal vez sea una consecuencia del exceso de información, de la inmediatez con la que ésta nos llega, de la facilidad para difundirla.Cada vez más, en los medios de comunicación de masas, en los medios digitales, en las redes sociales o en el tradicional “boca a boca” (o boca a oreja, que sería más correcto) se transmiten opiniones, conjeturas, especulaciones como si fueran informaciones contrastadas, destacándose lo anecdótico sobre lo fundamental (yo lo acabo de hacer al destacar, de la entrevista de Carlos Herrera al ministro de Economía, que éste no conoce los billetes de 500 euros).

La manipulación informativa, cultural y social en la que vivimos, ¿es una jaula de oro de la que no podemos salir? Todo lo que nos rodea nos condiciona (nuestro continente, nuestro país, nuestra familia, nuestra educación, nuestra posición social, nuestros amigos…), pero nuestro pensamiento sigue siendo libre, por muchas verdades que nos vendan. Contamos con la facultad de elegir, y son esas elecciones las que determinan nuestro rumbo (tal vez no sirvan para cambiar el mundo, pero sí para cambiar nuestro mundo).

Recomiendo esta intervención del sociólogo Felipe López Aranguren sobre «Los medios y la manipulación de la información».

Hugo Chavez, ese gran showman

Hay personas que, en un momento dado, dejan de ser personas para convertirse en personajes. Creo que eso es lo que le ha pasado al presidente de Venezuela, porque de repente le veo apoyando la polémica reelección de Mahmud Ahmadineyad y soltando sapos por la boca contra «la injerencia de los países occidentales en las elecciones de Irán» y, al minuto siguiente, compruebo que ha cambiado el registro de lider revolucionario mundial por el de vendedor de elixires de la juventud. Desde su página de Aló presidente (que por cierto, me recuerda al NO-DO en versión siglo XXI), y siguiendo con su interpretación de un comercial de altura nos invita a usar unos determinados pañales: «No deje de ponerles Guayuquitos a sus niños o a sus niñas, para que sea más lindo de lo que ya es». ¡Increible, pero este es el mundo que tenemos! Y mientras, en Irán, el 20 de junio, una joven iraní moría de un disparo por manifestarse pacíficamente contra un gobierno que ha robado la voz a su pueblo. Neda Agha Soltani no es una injerencia de fuera, Sr. Chavez, es una víctima de un régimen no democrático, pero su personaje ignora aquello que va contra sus intereses, ¡qué más da la verdad, lo que importa es qué le beneficia a Vd.!, pero Vd., Sr. Chavez no es Venezuela, por mucho que haya llegado a creerlo. La muerte de Neda es la voz que nos llega a pesar del miedo, quiero pensar que no es una muerte inútil. Quiero pensar que a pesar de personajes como Hugo Chavez o Berlusconi, que han sido votados por sus pueblos para dirigir sus destinos, la razón se impondrá y las conciencias dormidas o anestesiadas despertarán de su letargo. Confío en la esperanza que nos promete Obama, en ese «yes, we can», que despierte a este mundo asustado porque las reglas de juego han cambiado. Que Neda, que Eduardo Antonio Puelles Garcia, que tantas vícitimas  inocentes y anónimas no hayan muerto por nada.

La realidad cambiante

La realidad no es inmutable, si no, como se explica en este interesante vídeo, seguiríamos creyendo que la tierra es plana, o que el sol gira a su alrededor. Aceptar una nueva realidad es un proceso cognitivo que lleva tiempo; tal vez dentro de unos siglos la Iglesia católica rectifique su postura respecto a algunos temas que hoy condena con rotundidad.

El poder de los «dioses»

A veces creo que soy lo contrario de lo que me rodea, quizás por crear polémica. Poner en duda el criterio mayoritario es mi especialidad. Nunca me ha gustado aceptar las cosas tal y como me las cuentan, no creo las verdades absolutas -tal vez sea un defecto de fábrica, pero he de convivir con él-. Todo esto viene a cuenta de los desmanes de los «dioses» (entendiendo por dios aquel que tiene el poder, la autoridad y la impunidad para actuar según sus intereses: ej. la actuación de los EE.UU. en el mundo; los socialistas del GAL, los emperadores romanos, los caciques de los pueblos españoles, la guerra de Irak y el PP, la depuración de Stalin, etc.) Los ejemplos son variados tanto en época histórica como en color político, por eso mi escepticismo es cada día mayor. Los que tienen el poder, sean del signo que sean, tienden a manipular la realidad siempre como mejor les conviene.

Esto no quiere decir que siempre lo consigan, porque nadie, por muy poderoso que sea, puede anular la libertad del individuo para pensar, para analizar, para interpretar lo que ve, lo que oye, lo que presiente. Por eso siempre ha habido voces críticas que se han alzado en medio de los aplausos complacidos, a esas voces me uno para poner en duda las verdades absolutas, las mentiras por convicción, las devociones ciegas y los odios atávicos.

Vaya mi voz con todas esas otras dispersas, pequeñas, solitarias y no agrupadas en rebaños manejados por pastores iniciados.